Fiesta de los Mayos

La fiesta de Los Mayos de Alhama de Murcia ha evolucionado hacia un festejo de gran singularidad y único en nuestra región, siendo una costumbre popular que se celebra el primer fin de semana del mes de mayo, recuperándose así una tradición relacionada con la llegada de la primavera, el renacer de los campos, los adornos florales y las cruces de mayo. Para conocer la historia de Los Mayos de Alhama, hay que remontarse a la memoria colectiva de carácter oral y familiar de principios del siglo XX, ya que no existen referencias escritas conocidas, aunque, en el caso de las cruces de mayo, encontramos referencias en la prensa histórica de los años veinte del pasado siglo. De este modo, diversos testimonios de nuestros mayores y del saber popular sitúan los últimos vestigios de esta tradición en torno a los años sesenta y setenta.El Ayuntamiento de Alhama de Murcia aprobó en sesión plenaria el 5 de abril de 1982 la recuperación e impulso de manera institucional de la fiesta de Los Mayos, sentando las bases de lo que sería, al año siguiente, el Concurso de Mayos, cuyas características perduran hasta nuestros días. En 1990, el Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia declaró esta fiesta de Interés Turístico Regional, lo que supuso el reconocimiento oficial a la recuperación de esta antigua manifestación cultural. Esta fiesta, revitalizada y renovada en los años ochenta, renace combinando un conjunto de elementos de la tradición junto a otros de nueva creación, como la figura de los Corremayos. Tras la declaración de fiesta de Interés Turístico Regional, la promoción y difusión de Los Mayos fue importante en estos años, alcanzando gran parti-cipación de peñas, asociaciones, cofradías, centros docentes, particulares, etc.., propiciando una gran asistencia de turistas y visitantes. En estos años se establecieron varios criterios para la valoración de cada mayo, que han llegado hasta nuestros días, tipificándolos según los muñecos, las escenas, las car-telas con los diálogos o el propio carácter del mayo en: tradicionales (escenas antiguas de tipo agrícola, oficios, festivos, etc..), y críticos (parodiando personajes o situaciones de la vida social).

Los mayos. Alhama. Murcia

La plantada. Esta tradición consiste en “plantar” (colocar) al alba del primer domingo de mayo, (Día de los Mayos) unos peleles en las puertas de las casas, plazas, rincones o jardines públicos y retirarlos al anochecer, amaneciendo Alhama de Murcia con unos visitantes muy especiales. Tales peleles son los llamados “mayos”, muñecos que se confeccionan de tela, como antaño, y que se rellenan de paja, lana, trapos, etc., poniendo especial cuidado en los rostros e indumentarias para conferirles apariencia humana. Los mayoscomponen una escena, por lo que se visten y rodean de objetos tradicionales o contemporáneos, para representar la situación concreta que se quiere parodiar o imitar, y se expresan mediante diálogos plasmados en pequeños carteles. Los mayoscontemporáneos suelen te-ner un marcado carácter satírico y los mayostradicio-nales rescatan para las nuevas generaciones costumbres o antiguos oficios, lo cual convierte las calles de Alhama en auténticos museos etnológicos

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Semana Santa de Murcia

Su dimensión artística y espiritual le otorgan un carácter propio. Singulares son sus “pasos”, obra de grandes imagineros; y, singular es también la vestimenta de los nazarenos de las cofradías murcianas, que hunden sus raíces en el siglo XVIII, especialmente la indumentaria de los “estantes” (nazarenos que portan los pasos) que bajo la túnica llevan enaguas, cubren sus piernas con medias de repizco y calzan las esparteñas típicas de la huerta. También, el acompañamiento musical de muchas de sus procesiones, con los grupos llamados de “burla”, con tambores destempla-dos y trompetas alargadas llama-das carros-bocina que interpretan una música, originaria del siglo XVII, propia y única de la Semana Santa de Murcia. Un total de 15 cofradías sacan a las calles sus pasos, entre largas filas de nazarenos. Fe, arte y pasión se funden en una simbiosis perfecta constituyendo una verdadera fiesta para los sentidos. 

La Semana Santa de Murcia se resume pues en la generosidad de sus nazarenos, la belleza de sus pasos, la música en las calles y ese olor a azahar tan característico que adquiere la ciudad y que nos anuncia que, al fin, la primavera ha llegado.

semana santa de Murcia

Se abre la semana santa murciana el Viernes de Dolores con los nazarenos azules que acompañan a los siete “pasos”de la Cofradía del Amparo fundada en 1985. Dos cofradías, fundadas a finales del pasado siglo, desfilan el Sábado de Pasión: La del Cristo de la Fe, y la del Cristo de la Caridad. La cofradía de la Esperanza, ini-cia su desfile desde la céntrica iglesia de San Pedro, en la tarde del Domingo de Ramos, tiñendo de verde las calles de la ciudad. El lunes santo es el día de los naza-renos magenta de la cofradía del Cristo del Perdón, de finales del siglo XIX; y, fundadas a mediados del siglo pasado, y distintas a las cofradías que las han precedido, las cofradías del Rescate y del Cristo de la Salud, procesionan en la tarde noche del martes santo. Desde la Iglesia del Carmen, en el barrio del mismo nombre, saca a las calles de Murcia sus espléndi-dos pasos la Archicofradía de la Sangre, fundada en el siglo XV y conocida popularmente como “Los Coloraos” por el color de sus túnicas. Es, quizá, la más típica de las procesiones murcianas. La noche del Jueves Santo, está protagonizada por dos cofra-días: la de la Soledad, y la del Cristo del Refugio, conocida popularmente como la “proce-sión del silencio”, que recorren las calles más céntricas de la ciudad. Fundada en 1600, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, cono-cida como la de “los Moraos” o “los Salzillos” debido al color de su túnica y a su especta-cular patrimonio de imágenes del célebre escultor del XVIII, protagoniza la mañana del Viernes Santo; y al caer la tar-de sacan sus pasos a las calles de la ciudad, con sus túnicas negras, las cofradías del Cris-to de la Misericordia, la de Servitas de María Santísima de las Angustias y la del Santo Sepulcro. El Sábado Santo es el turno de la Cofradía del Cristo Yacente, y se cierra la semana santa murciana con la explosión de color de la archicofradía del Resucitado en la mañana del Domingo de Resurrección.

No hay otra ciudad española en la que se celebre la Semana Santa como en Murcia, ni en la que los nazarenos repartan caramelos, “monas” y regalos, reviviendo aquellos tiempos ya pasados en los que los cofrades repartían viandas para los más necesitados. Declarada de Interés Turístico Internacional es una de las manifestaciones más significativas del rico y colorista acervo cultural murciano.

Se aproximan los días de la Semana Santa, en lo que la Iglesia celebra de modo solemne el adorable misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; y en estas fechas son especialmente apropiadas para poner en práctica aquél consejo de nuestro Padre: ¿Quieres acompañar de cerca muy de cerca a Jesús? Abre el Evangelio y lee la Pasión del Señor. Pero leer sólo, no vivir.La diferencia es grande. Leer es recordar una cosa que pasó; vivir es hallarse presente en un acontecimiento que está sucediendo ahora mismo, ser uno más en aquellas escenas. Hemos de procurar ser uno más, viviendo la intimidad de entrega y de sentimientos, los diversos pasos del Maestro durante la Pasión; acompañar con el corazón y la cabeza a Nuestro Señor y a la Santísima Virgen en aquellos acontecimientos.Meditemos a fondo y despacio las escenas de estos días. Contemplemos a Jesús en el Huerto de los Olivos, miremos como busca en la oración la fuerza para enfrentarse a los terribles padecimientos, que Él sabe tan próximos. En aquellos momentos, su humanidad sagrada necesitaba la cercanía física y espiritual de sus amigos; y los apóstoles le dejan solo. Nos lo dice también a todos nosotros, que tantas veces hemos asegurado, como Pedro, que estábamos dispuestos a seguirle hasta la muerte y que, sin embargo, a menudo lo dejamos solo. Hemos de dolernos por estas deserciones personales y por las de otros, y hemos de considerar que abandonamos al Señor, quizá a diario, cuando nos falta la divina ilusión para secundar la voluntad de Dios, aunque se resistan el alma y el cuerpo.Al meditar en la Pasión, surge espontáneo en el alma un afán de reparar, de dar consuelo al Señor, aliviarle sus dolores. Jesús sufre por los pecados de todos y, en estos tiempos nuestros, los hombres se empeñan con una triste tenacidad, en ofender mucho a su Creador.El Señor y la Iglesia esperan que seamos leales a esta misión, que nos gastemos totalmente en nuestro empeño por ser apóstoles de Jesucristo. Esperan que carguemos sobre nuestros hombros, con alegría la Cruz de Jesús, y que la abracemos con la fuerza del amor, llevándola en triunfo por todos los caminos de la tierra.La obra de Cristo no termina en la Cruz y en el Sepulcro, que no son un fracaso; que culmina en la Resurrección y en la Ascensión al cielo.Vivamos la Semana Santa desde la Fe en Cristo pues Él, es el gran protagonista de estos días. Los acontecimientos de estos días son la prueba definitiva de amor de Dios a la humanidad, a cada uno de nosotros manifestado en la entrega total de su hijo. Salgamos a las calles convencidos de que no hay mayor honor que participar en nuestros desfiles, sin perder de vista el objetivo último: el anuncio de que el mensaje de Cristo sigue vivo para la salvación del mundo.